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Lunes 12 de agosto de 2015
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Lunes 12 de agosto de 2015
Cuando la apertura democrática de 1985, resurge una corriente de rock nacional que fue una topadora. Muy diferente a aquella que fue arrasada en los 70’. Esa otra nunca tuvo la posibilidad de resurrección. Sin embargo, las bandas brotaron de debajo de las piedras, para tocar en todo tipo de boliches. Y casi enseguida surge el primer Graffiti (disco ensalada de rock que hoy de nombre a los premios de la música local) con una serie de bandas que quedarán en el tiempo. Algunas de ellas que vivirán algunos años pero que bien podrían haberse perpetuado hasta hoy (Zero, ADN, Neoh 23, Los Tontos), y otras que vinieron para quedarse, como Los Estómagos (hoy Buitres), El Cuarteto de Nos, La Tabaré, y la más punk y anarca: Los Traidores. Ellos llegaron para patear el tablero y proponer canciones impregnadas de una rebeldía propia de quién deja de ser adolescente y empieza a pensar en cambiar el sistema y las estructuras. Si algo los ha caracterizado siempre, es decir las cosas sin pretender ser políticamente correctos, y vivir sin dogmas. Cuarenta años atrás Los Traidores llegaron de negro y con un repertorio que enseguida luego se enriqueció con la edición de “Montevideo Agoniza”. Si bien en cada disco la banda sorprendió, aquél álbum le dio solidez a un show que era digno de verse. “Viviana es una reaccionaria”, “Sólo fotografías”, “Flores en mi tumba”, “La lluvia”, “Mentiras”, fueron canciones que cualquier adicto al rock nacional tenía. Generó una adicción desenfrenada durante el resto de los años 80’. La banda supo trascender el tiempo y grabar cuando lo creía conveniente. Hoy luego de tantos años, vuelven a escena para celebrar los cuarenta. Y su público no sólo tiene cincuenta y pico. Resulta que los descubrieron otras generaciones.
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